Mis padres se acababan de marchar de vacaciones y yo me había quedado sola en casa, por decirlo de alguna manera, pues mi hermanastro, nunca estaba en casa. Era domingo y no tenía ningún plan. Estaba en mi habitación en el ordenador chateando con mis amigas. Las conversaciones no duraron mucho pues ellas tenían cosas que hacer. Al intentar cerrar la ventana de la última conversación, sin querer le dí al botón que activaba la webcam. Mi amiga ya no se encontraba al otro lado pero el verme reflejada en la pantalla del ordenador, digamos que me dio un poco de morbo.
Comencé a quitarme la ropa suavemente mientras tarareaba una canción sin sentido. Finalmente quedé completamente desnuda tumbada en la cama mientras me veía reflejada en la pantalla. Todo aquello me estaba calentando más. Comencé a tocarme poco a poco, primero el cuello deslizando mi mano hacia uno de los pechos. Tocaba mi pecho derecho acariciándolo con una sola mano, pero poco tardé en obligar a la otra mano a hacer lo mismo pero en el otro pecho. Apretaba mis pechos y humedecía los dedos en mi boca para poder jugar con mis pezones. El calor que mi cuerpo estaba sintiendo me exigía tocarme más. Mis dedos jugaban con mi clítoris lentamente, dándome placer, haciendo que mis piernas se separaran dejándome entregar. Mis dedos comenzaron a coger velocidad, jugando de un lado a otro y de arriba a abajo tocando todo mi ser, mientras se humedecía del gusto que aquello me hacía sentir.
Estaba tan absorta en mi placentero juego que no me di cuenta que mi hermanastro Miguel había llegado. Estaba bajo el marco de la puerta disfrutando de aquel erótico paisaje que su hermanastra le estaba ofreciendo sin darse cuenta. Cuando mi cabeza se giró hacia la dirección en la que se encontraba Miguel, casi muero de la vergüenza, pero estaba casi a punto de llegar al orgasmo y mi deseo vencía a la vergüenza. Miguel se dirigió hacía a mi con su hermosa sonrisa picaresca de medio lado.
-No pares hermanita, o.. ¿Prefieres que te ayude yo?- Me preguntaba sentándose frente a mis piernas.
No sabía que era lo que estaba pasando pero yo quería sentir el placer de llegar al orgasmo por encima de todo. Así que seguí tocándome mientras Miguel no dejaba de mirar como mis dedos jugaban con mi clítoris que ya no se encontraba tan húmedo y resbaladizo como antes de que me diera cuenta que Miguel estaba en casa. Me concentré en darme placer ignorando la presencia de Miguel, pero poco tiempo pude evitar la presencia de Miguel. Pues cuando estaba concentrada en tocarme, noté como la lengua de Miguel me ayudaba a darme placer. Me asusté, pero aparté mis dedos dejando que la lengua de Miguel siguiera con lo suyo sin ningún impedimento. Miguel comenzó a chupar y succionar mi clítoris y mis manos agarraron su cabeza hundidas en su manta de pelo. Chupaba y lamía de arriba a abajo por todo mi ser, que ya estaba húmedo y no solamente de las babas de mi querido hermanastro. El placer se apoderaba de mi. Mi cuerpo sentía explotar por dentro al notar la mayor rapidez de la lengua y la unión de sus dedos en el juego de darme placer. Mientras el seguía dándome placer sus dedos se introducían por dentro de mi vagina y por mi culo. Subía y bajaban cediéndome a caer en el deseo de sentirlo por todo mi cuerpo. Mis caderas comenzaron a moverse a contracorriente de sus dedos para sentir mayor placer. Levanté la cabeza de mi hermanastro y le besé sintiendo el sabor de mis propios fluidos en mi boca. Se arrodilló ante mi desabrochándose los pantalones, sacando su polla por encima de ellos. Comencé a hacerle una mamada. Mi boca recorría su polla de arriba a abajo, humedeciéndola con mi saliva y apretándola entre mis labios. Miguel me agarró por los pelos fuertemente y me arrastró hacia atrás hasta caer en la cama. Se colocó encima de mi y me penetró. Follamos como locos, penetrándome por delante y por detrás hasta caer rendidos por el orgasmo.